A finales de la
II Guerra Mundial (1939-1945), a un selecto grupo de
historiadores, directores de museos y expertos en arte, tanto británicos como
norteamericanos, se les encomienda la importante y peligrosa misión de
recuperar las obras de arte robadas por los nazis durante la guerra para
devolvérselas a sus legítimos propietarios. Era una misión imposible: las obras
estaban muy bien custodiadas y el ejército alemán tenía orden de destruirlas en
cuanto el Reich cayera. Pero aquellos hombres, en una carrera contrarreloj,
arriesgaron sus vidas para evitar la destrucción de miles de años de cultura de
la humanidad.
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